Diabetes, Control y Prevención
Las afecciones de diabetes crónica comprenden diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2. Las afecciones de diabetes potencialmente reversibles incluyen prediabetes y diabetes gestacional. La prediabetes ocurre cuando tus niveles de glucosa sanguínea son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente altos como para clasificarlos como diabetes. Y la prediabetes es a menudo la precursora de la diabetes a menos que se tomen las medidas adecuadas para prevenir la progresión. La diabetes gestacional ocurre durante el embarazo, pero puede resolverse después del nacimiento del bebé.
Tipos
Hay dos tipos principales de diabetes. Las causas y los factores de riesgo son diferentes para cada tipo:
La diabetes tipo 1 es menos común. Se puede presentar a cualquier edad, pero se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescentes o adultos jóvenes. En esta enfermedad, el cuerpo no produce o produce poca insulina. Esto se debe a que las células del páncreas que producen la insulina dejan de trabajar. Se necesitan inyecciones diarias de insulina. La causa exacta de la incapacidad para producir suficiente insulina se desconoce.
La diabetes tipo 2 es más común. Casi siempre se presenta en la edad adulta. pero debido a las tasas altas de obesidad, ahora se está diagnosticando con esta enfermedad a niños y adolescentes. Algunas personas con diabetes tipo 2 no saben que padecen esta enfermedad. Con la diabetes tipo 2, el cuerpo es resistente a la insulina y no la utiliza con la eficacia que debería. No todas las personas con diabetes tipo 2 tienen sobrepeso o son obesas.
Hay otras causas de diabetes, y algunas personas no se pueden clasificar como tipo 1 ni 2.
La diabetes gestacional es el nivel alto de azúcar en la sangre que se presenta en cualquier momento durante el embarazo en una mujer que no tiene diabetes ya.
¿Cómo funciona la insulina?
La insulina es una hormona que se forma en una glándula ubicada detrás y debajo del estómago (el páncreas).
El páncreas secreta insulina en el torrente sanguíneo.
La insulina circula, y así permite que el azúcar ingrese en las células.
La insulina disminuye la cantidad de azúcar que hay en el torrente sanguíneo.
A medida que tu nivel de azúcar en sangre baja, también lo hace la secreción de insulina del páncreas.
La función de la glucosa
La glucosa, un azúcar, es una fuente de energía para las células que forman los músculos y otros tejidos.
La glucosa proviene de dos fuentes principales: los alimentos y tu hígado.
El azúcar se absorbe en el torrente sanguíneo, donde ingresa en las células con la ayuda de la insulina.
Tu hígado almacena y fabrica glucosa.
Cuando tus niveles de glucosa son bajos, por ejemplo, cuando no has comido durante cierto tiempo, el hígado descompone el glucógeno almacenado y lo convierte en glucosa para mantener tu nivel de glucosa dentro del rango normal.
Prevención
En la actualidad no es posible prevenir la diabetes tipo 1, a pesar de los múltiples intentos que se han hecho.
La diabetes tipo 2, que es la más frecuente, sí se puede prevenir. Puesto que la causa más importante es la obesidad, “todas las acciones que tengan que ver con la prevención de la obesidad -evitar el sedentarismo, la comida basura, las bebidas azucaradas…- van a tener un resultado positivo”, subraya González, quien afirma que se sabe “que un estilo de vida saludable reduce en un 80 por ciento las posibilidades de tener diabetes tipo 2”.
Una vez que se ha diagnosticado la enfermedad, hay que prevenir la aparición de complicaciones micro y macrovasculares. El seguimiento del tratamiento prescrito, así como de las recomendaciones dietéticas y de actividad física es fundamental para evitar complicaciones como las cardiovasculares, las renales, la retinopatía diabética o el pie diabético. Además, se aconseja la realización de revisiones periódicas, entre las que destacan las siguientes:
Fondo de ojo.
Análisis de la función renal.
Revisiones de los pies.
Electrocardiograma.
Medición de la presión arterial.
Las personas con diabetes también deben estar atentas a la aparición de hipoglucemia (bajo nivel de glucosa en sangre). Actualmente se considera que una persona tiene una hipoglucemia cuando su nivel de azúcar en sangre es menor de 70 mg/dl. Es la complicación aguda de la diabetes más frecuente y puede aparecer en multitud de circunstancias:
Dosis de insulina excesiva.
Insuficientes hidratos de carbono en las comidas.
Comidas retrasadas en el tiempo.
Ejercicio extra para la dosis de insulina administrada.
Algunos antidiabéticos orales también pueden causar hipoglucemia.
Administración de la insulina en músculo en lugar de en tejido subcutáneo.
Errores en la administración de insulina (administrar insulina rápida en lugar de retardada o errores de dosis).
Bañarse o ducharse con agua muy caliente poco después de haberse pinchado la insulina.
Entre las medidas para prevenir la hipoglucemia cabe citar la realización de un mayor número de controles de glucemia durante el día, sobre todo si se ha hecho ejercicio físico, así como la planificación con antelación del ejercicio físico que se va a realizar para poder ajustar la insulina que se va a administrar y los hidratos de carbono que se van a comer. En este sentido, los expertos recalcan que nunca se debe administrar la insulina sin haberse hecho un control de glucemia.
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